
Un día te metes en Internet para buscar contenidos útiles, interesantes, bonitos o reencontrarte con viejos amigos… y de repente, otro día, te das cuenta de que estás enganchada a las redes sociales. ¿Te pasa?
Si revisas las redes con cada vez mayor frecuencia, te pones cada vez más ansiosa o pierdes demasiado tiempo viendo publicaciones, incluso de gente que ni conoces, conviene prestar atención. Las redes sociales pueden ser una herramienta llena de virtudes, pero solo si las sabes usar con control; de lo contrario, el mecanismo es cercano a una adicción.
Hace unas semanas la psicóloga Patricia Díaz Saco escribía un artículo en un medio nacional contando que su mejor decisión de 2021 había sido dejar Instagram, tras darse cuenta de que estaba cambiando su forma de ser, su manera de relacionarse e incluso de hablar. ¿Serías capaz de no entrar más en tus redes sociales? Puede que lo primero que digas es que sí, por supuesto, que las puedes dejar cuando quieras.
Pero, quizá si haces la prueba, notas que es más difícil de lo que pensabas o, incluso, no lo consigues. Le pasa a mucha gente: según el último informe del Observatorio Español de Drogas y las Adicciones, entre 2019 y 2020, la prevalencia del uso compulsivo de Internet aumentó de 3 al 3,7%, lo que supone una cifra estimada de aproximadamente 1.139.000 personas en un año.
QUÉ TIENEN LAS REDES SOCIALES QUE NOS SEDUCEN TANTO
Al principio, empiezas sacando el móvil para ver la hora y, como has parado a descansar un ratito en el trabajo, aprovechas de darte una vuelta por tus redes. Son cinco minutos de nada, te dices. Hasta ahí, normal, si no fuera porque una cosa lleva a la otra, una red lleva a otra red y, de repente, te das cuenta de que has pasado más de media hora viendo las fotos y posts de tus amigos, la receta del día, ese viaje envidiable que hizo no sabes quién.
Por no hablar de con lo que el algoritmo decida tentarte. Pero, ¿qué tienen las redes que seducen tanto y no podemos parar de verlas? “Uno de los aspectos fundamentales por los que nos sentimos atraídos hacia ellas es el reforzamiento positivo inmediato que nos aportan”, responde la psicóloga Teresa Sánchez Gutiérrez, directora del programa Experto Universitario en Intervención en Adicciones Tecnológicas, de la UNIR.
La especialista, que además forma parte del grupo de investigación Psiconline de la universidad, añade que “cuando vemos una notificación, nuestra atención se va directamente hacia ella, buscando ese reforzamiento. Es común, incluso, experimentar cierta sensación de activación o nerviosismo justo antes de abrirla. Y, tras leerla, nuestra activación volverá a niveles basales ante la siguiente oportunidad, prácticamente inmediata, de continuar obteniendo reforzadores en todas las demás aplicaciones. Por esa razón, se nos pasa el tiempo sin saber qué hora es”. Es esa sensación gratificante que invita a seguir y seguir.
CUÁNDO LAS REDES SOCIALES EMPIEZAN A SER UN PROBLEMA
Si llega el momento en el que todo lo que haces lo piensas en modo de imagen, post, story o vídeo, en lugar de disfrutarlo en vivo y en directo, en tiempo real, conviene detenerse a reflexionar.
“Una señal básica que nos indica que el uso de las redes sociales comienza a ser un problema es la pérdida de control sobre la frecuencia de uso y sobre la intensidad de uso tecnológico”, comenta la psicóloga, a lo que se suma la intranquilidad, alterar las rutinas, dejar de realizar actividades que te gustan, mirar constantemente el móvil o no apagarlo nunca, robar horas al sueño para sumergirte en tus redes sociales o no querer ir a ningún sitio sin cobertura.
El abuso de las redes sociales favorece el aislamiento, el bajo rendimiento, el sedentarismo, la calidad del sueño y el desinterés por otros temas de la vida.
- Autoestima. La experta de la UNIR nos explica que esta es un área que más oscila cuando la relación con las redes sociales es problemática. “El mal uso de las redes sociales puede reforzar negativamente, de manera muy potente. Si una persona es introvertida y le cuesta relacionarse con los demás en la vida real, es posible que su autoestima sea baja porque se percibe a sí misma negativamente. Sin embargo, a través de las redes sociales proyecta un ‘yo’ ideal que consigue que muchas personas la sigan y muestren afecto por ella. En esta situación, la persona intentará incrementar las relaciones personales con los demás, por esta vía online”.
Por otra parte, las redes sociales nos permiten modular qué parte de nosotros mostramos a los demás. “La teoría de la autodiscrepancia de Higgins postula tres tipos de ‘yo’: el real, el ideal y el responsable. En redes sociales, nos volcamos en mostrar nuestro ‘yo’ ideal, que se corresponde con esa imagen bonita, perpetuada en el tiempo, de uno mismo y lo que le rodea. Si ese ‘yo’ ideal es cercano al ‘yo’ real, habrá congruencia. El problema emocional aparece cuando hay gran discrepancia entre el ‘yo’ ideal y el ‘yo’ real”. La autoestima también se resiente cuando creemos que lo que vemos de los demás es solo esa realidad maquillada y sentimos que todos son felices menos nosotras.
Leer aquí: ¿Qué red social encaja mejor contigo?
- Concentración. Es un aspecto que puede deteriorarse con el uso de las redes, incluso si este no tiene tinte adictivo. “Los mensajes que recibimos en las redes sociales son cada vez más cortos e intensos y adaptarnos a ellos de manera extendida en el tiempo podría empeorar nuestro rendimiento atencional”. Las redes nos permiten conocer mayor volumen de información, pero no a profundizar en ella.
- Sueño. “El meta-análisis de Alimoradi, en 2019, indicaba que las personas con comportamientos adictivos a internet presentaban 2,2 veces más probabilidad de tener problemas de sueño”. Por otro lado, la exposición a la luz azul que emiten las pantallas de los móviles también tienen que ver, ya que activan el funcionamiento neuronal. “Si cuando nos vamos a la cama seguimos viendo y participando en redes sociales, el impulso de sueño se va a retrasar, lo que se convierte en tiempo de sueño perdido”, señala la experta.
- Relaciones sociales. Las redes sociales tienen, por un lado, la ventaja de hacer sentir más cerca a personas que físicamente están lejos, lo que ha sido muy importante en situaciones críticas como la pandemia. Pero, por otro lado, “contribuyen a que disminuya el contacto con los que sí están cerca”.
Combina las redes con tu vida real. Las redes sociales no deberían sustituir tus actividades habituales sino que ser un complemento. No dejes el deporte, tu ocio, tus aficiones…
Trabaja el autoncontrol. Sobre todo para disminuir la impulsividad que te lleva a revisar tus redes a cada rato.
Pide ayuda profesional. Si estas medidas no son suficientes, es importante que no esperes demasiado a que el problema se complique aún más. “Los profesionales de la psicología o psiquiatría te podrán guiar para adquirir herramientas para volver a recuperar el control”, afirma Teresa Sánchez.
Vía: https://www.telva.com/