¿Tienes ansiedad por comer dulce? Descubre tres trucos para evitarlo

¿Tienes ansiedad por comer dulce? Hacer pocas comidas al día o sufrir estrés pueden ser factores clave para que tu cuerpo te pida un tentempié poco sano.

Aunque seas más de salado, seguro que en alguna ocasión -o incluso cada día– sientes unas ganas casi incontrolables de comer algo dulce. Sobre todo cuando llega la tarde o después de cenar, momento en el que normalmente sientes que el cuerpo te pide unas galletas, algo de chocolate o unas cucharadas de helado.

Que te apetezca un tentempié no tiene nada de malo, pero si solo te llevarías a la boca algo dulce, y que suele ser poco saludable para tu cuerpo, ahí es donde puede estar el problema. Y es que este es un síntoma de ansiedad ya que estás saciando un antojo que puede estar producido por tener una mala alimentación.

Si eres de los que alguna vez ha sentido tener ansiedad por comer algo dulce y quieres saber por qué pasa.

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¿Por qué tienes ansiedad por el dulce?

Cuando nuestro cuerpo nos pide comer productos azucarados normalmente no nos paramos a pensar por qué sucede. Este impulso se suele producir en momentos puntuales del día, normalmente por la tarde y por la noche, sobre todo para aquellas personas que hacen pocas comidas al día.

Esto se debe a que experimentamos un descenso en los niveles de azúcar en sangre. Este estado es conocido como hipoglucemia y hace que nuestro cerebro mande una señal al resto del organismo para avisarle de que hay que reponer la glucosa que se ha gastado durante el día. Es entonces cuando notamos que tenemos ganas de comer.

Hasta aquí bien, pero… ¿por qué nos pide chocolate y magdalenas en vez de verduras? Los alimentos azucarados son más llamativos para nuestro organismo porque el azúcar es un componente de fácil digestión, es decir, que el cerebro obtiene la glucosa necesaria de manera muy rápida.

Pero esta no es la única razón. A este proceso del cuerpo también se le puede sumar el estrés. Cuando estamos durante mucho tiempo en un estado de tensión, nuestro cuerpo produce cortisol, la hormona que nos prepara para reaccionar rápidamente ante situaciones de peligro.

Este proceso consume mucha energía, lo que hace que el cuerpo necesite más glucosa para compensarlo y seguir funcionando a ese ritmo. Por eso, cuando estamos bajo estrés, nos apetece atiborrarnos de dulces.

Comer cinco veces al día

Como hemos comentado antes, hacer pocas comidas al día puede favorecer esta necesidad por el azúcar. Por eso, si comemos cinco veces al día (desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena) nuestro organismo estará siempre alimentado y no experimentaremos picos de ansiedad.

Algunos nutricionistas señalan que es mejor comer más veces al día menos cantidad que pocas veces y comer mucho, ya que esto nos puede llevar a comer cosas poco saludables. Por eso, comer verduras en cada comida principal y frutas, yogur o frutos secos en las meriendas es una muy buena opción.

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Reducir el estrés

El estrés es un factor fundamental para tener una buena alimentación. Por eso, si eres de los que lo sufren, es fundamental que busques momentos para intentar reducir la ansiedad. Para ello es importante desconectar de aquello que te agobia y lo puedes hacer mediante el deporte o algún pasatiempo.

También el descanso es clave. Dormir ocho horas al día y tener momento de desconexión te permitirá recuperar tu energía, lo que hará que te sea más difícil perder el autocontrol y podrás rebajar el estrés.

Beber mucha agua

Tener una buena hidratación hace que tu cuerpo esté en un balance. Además, la ingesta de agua hace que te sacies, por lo que no tendrás tantas ganas de llevarte algo a la boca. Este es un recurso muy sano y práctico para evitar que sientas unas ganas locas de algo dulce. Lo recomendable son dos litros de agua al día.

Vía: https://www.elplural.com/