¿Es 2022 un buen año para emprender un negocio propio?

La transformación digital seguirá siendo una excelente oportunidad para transformar la estructura productiva.

Este año y pico pandémico han sido extremadamente interesantes para los emprendedores… y para los innovadores. El espíritu emprendedor creció exponencialmente durante la pandemia: por necesidad y por oportunidad. El desempleo y, por tanto, la necesidad de “buscársela”; las oportunidades de negocios que se percibieron y aprovecharon; el tener mucho tiempo disponible, que en muchos casos se aprovechó para comenzar algunos “negocitos” que han permanecido, en otros se han transformado y en otros simplemente han desaparecido. 

Empujados por la necesidad de generar ingresos o de ocupar su tiempo, muchas personas pusieron a trabajar su imaginación, detectaron oportunidades de negocios, se unieron a otros amigos y activaron su gen emprendedor generando una empresa. Echaron mano de estrategias y herramientas de mercadeo digital: usaron grupos de WhatsApp, cuentas de Instagram, tiendes virtuales en páginas web… para promocionar y vender sus productos.

Leer aquí: Emprendedores: ¿consejos para iniciar un negocio y vencer el miedo al fracaso?

Negocios tradicionales como los colmados tuvieron también que echar mano de la tecnología y mantuvieron un volumen de negocios generados por los pedidos hechos por WhatsApp, las entregas por deliveries… aceptando pagos por transferencia, tarjetas de crédito y botones de pago… algo a lo que se habían resistido por muchos años. 

Restaurantes grandes y pequeños, foodtrucks y cafeterías, que en los primeros meses no podían recibir clientes, idearon un formato de pick-up de los platos de su menú, al igual que otros idearon la venta de productos semi procesados para terminarlos en casa. Hubo que ampliar y crear terrazas, crear nuevos procesos de producción y personal… 

Igual que ha sucedido con los bancos, con las instituciones, con las demás empresas… que en meses han sacado aplicaciones, actualizado páginas web, acomodado sus procesos y ofertas a las necesidades de los clientes. Lo cierto es que el COVID-19 ha logrado en pocos meses modificar actitudes reacias al cambio, resistentes a la innovación, contrarias a los deseos de clientes y usuarios.

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“Ser emprendedor no es solamente poder tener su propia empresa y ser su propio jefe. Ser emprendedor es una actitud de vida: tener nuevas ideas y ponerlas en práctica”

Interesante es también que las encuestas nos señalan que en este 2021 se tendió hacia empresas más innovadoras y responsables… que la gente quiere respuestas que satisfagan sus necesidades y que valoran aquellas empresas que demuestran que están empeñadas en satisfacer sus clientes y relacionados. 

Hace unos días, el Centro Latinoamericano de Innovación y Emprendimiento (Celiem) publicó en su III Monitor Especializado, datos que visibilizan el espíritu emprendedor en Centroamérica y República Dominicana, y muestra que la falta de promoción relacionada al ecosistema emprendedor es uno de los factores más determinantes que limitan el interés de llegar a iniciar un negocio.

Por ejemplo, el 70 % de los consultados indicó que en el sistema educativo no se promueve el emprendimiento, mientras que el 40 % dice que los gobiernos tampoco lo realizan. A pesar de que el 98 % de los consultados se considera una persona emprendedora y al 75 % le gustaría emprender para ser su propio jefe, prevaleció la percepción de no existir suficientes facilidades para emprender, lo que da oportunidad a los actores competentes para atender distintas mejoras.

Leer: 8 Aspectos que definen el espíritu emprendedor

El estudio mostró que solo se proyecta un 29 % de facilidades de acceso al financiamiento para emprendimientos nacientes.

Los resultados de este monitoreo, no solo son relevantes al mostrar la aún tarea pendiente en nuestros sistemas educativos para fomentar una cultura emprendedora que potencie valores y actitudes que permitan promover nuevas iniciativas empresariales y organizaciones con mayor potencial de adaptación y de crecimiento, sino que reafirma los grandes vacíos y distorsiones que estructuralmente tenemos en los países para facilitar los procesos de formalización y operación de los emprendimientos nacientes, revelando la preocupación por los tiempos que demoran las personas emprendedoras en formalizar su empresa, los trámites y costos que más lo limitan, así como los posibles beneficios que ellos perciben cuando logran concluir sus procesos de formalización.

Vía: https://www.diariolibre.com/