
El científico Juan Carlos Izpisua anuncia su intención de rejuvenecer a monos tras fichar por Altos, una empresa que busca alargar la vida humana con salud. ¿Será posible prevenir el envejecimiento?
Una nueva empresa estadounidense, con un asombroso presupuesto inicial de unos 2.700 millones de euros, ha estado fichando en secreto en los últimos meses a algunos de los mejores científicos del mundo, incluidos cuatro ganadores del Premio Nobel. La multinacional, denominada Laboratorios Altos, se presentó por fin al mundo el 19 de enero, sin revelar sus espléndidas fuentes de financiación, pero con el objetivo declarado de lograr que el ser humano viva más años con salud. Algunas informaciones, no confirmadas ni desmentidas por la empresa, apuntan a que buena parte del dinero sale del bolsillo del hombre más rico del mundo, el magnate estadounidense Jeff Bezos, fundador de Amazon. El diario británico The Times lo resumió directamente así: “Jeff Bezos hace fichajes en busca de la eterna juventud”.
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El científico español Juan Carlos Izpisua es uno de esos fichajes. El investigador, nacido en Hellín (Albacete) hace 61 años, niega esa idea simplona de que Altos es un proyecto de un multimillonario para intentar ser inmortal. “Eso, simplemente, no es verdad. Nuestro interés es avanzar en esta área del conocimiento y abrir el campo de par en par, para que, con el tiempo, todo el mundo pueda beneficiarse”, afirma. Izpisua dirigirá uno de los tres institutos de Altos, el de la ciudad estadounidense de San Diego. Los otros dos centros estarán en Cambridge (Reino Unido) y en la región de San Francisco (EE UU).
La nueva compañía ha nacido envuelta en secretismo. Este periódico ha solicitado entrevistar a los cuatro científicos españoles fichados por Altos, pero la empresa solo permite hablar a Izpisua, que responde a las preguntas de EL PAÍS por correo electrónico. “La idea detrás de nuestras investigaciones no es conseguir que el ser humano viva 100 o 1.000 años más. Si consiguiéramos alargar la vida sin mejorar la calidad de esos años, no solo sería moralmente dudoso, sino que me pregunto de qué serviría”, señala Izpisua. “Nuestro objetivo prioritario es hacer que las personas tengan una vida más saludable durante más tiempo y revertir la enfermedad en pacientes de cualquier edad”, añade el investigador, que anuncia inminentes experimentos con monos.

El presupuesto oficial de Altos duplica holgadamente los 1.120 millones anuales del mayor organismo público de ciencia en España, el CSIC. Los fichajes de la empresa son estelares. Su junta directiva incluye a la química estadounidense Jennifer Doudna, ganadora del Nobel de Química de 2020; a la ingeniera estadounidense Frances Arnold, Nobel de Química de 2018; y al virólogo David Baltimore, Nobel de Medicina de 1975 y también norteamericano. El japonés Shinya Yamanaka, Nobel de Medicina de 2012, es asesor científico de la nueva multinacional.
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Las jóvenes células de un diminuto embrión humano, durante los primeros días, todavía son capaces de convertirse en cualquier tejido, pero en seguida se van especializando para dar lugar a los diferentes órganos del cuerpo: cerebro, pulmones, piel, corazón, riñones. Yamanaka descubrió que este proceso aparentemente inexorable tenía marcha atrás. En 2006 inventó una técnica para rebobinar células adultas hasta el estado embrionario. Su trabajo demostró que las células tienen la capacidad de rejuvenecer en el laboratorio, básicamente gracias a la activación de cuatro genes, responsables de la producción de cuatro moléculas reprogramadoras conocidas como factores de Yamanaka.
Esta reprogramación celular será una de las grandes líneas de investigación en Altos. La empresa ha fichado también a Manuel Serrano y María Abad, los dos científicos españoles que en 2013 lograron aplicar por primera vez la técnica de Yamanaka en animales, cuando trabajaban en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, en Madrid. Serrano y Abad consiguieron rebobinar células adultas de ratones vivos y transformarlas en células madre embrionarias, abriendo la puerta a la regeneración de órganos dañados. El problema es que aquella pionera reprogramación provocó multitud de tumores en los roedores.
Vía: https://elpais.com/